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Narrator: Se pueden encontrar sacerdotes en muchos lugares. En bautizos, bodas, con enfermos en el hospital, y en los funerales. Los vemos más frecuentemente los domingos en la Iglesia. Se suelen distinguir de todos los demás alrededor. Es ese cuello blanco. Incluso cuando realizan actividades cotidianas como jugar fútbol, abordar un vuelo o dar clases en una escuela secundaria, su presencia es notable. Pueden encontrarse patinando o haciendo descubrimientos científicos, como el cosmólogo belga, el Padre Georges Lemaître, quien propuso la teoría del Big Bang.
Mientras el Titanic se hundía en el océano Atlántico norte, tres sacerdotes estaban a bordo sirviendo a los pasajeros. En medio del caos escuchaban confesiones y ayudaban a las personas a subirse a los botes salvavidas.
Un testigo narra, “Vimos ante nosotros, viniendo por el pasillo, con su mano alzada, al Padre Byles. Lo conocíamos porque nos había visitado varias veces a bordo y había celebrado la Misa para nosotros esa misma mañana. ‘Tengan calma, mi buen pueblo’, dijo, y se fue a la antecámara dando bendiciones y absolución…”
¿Qué hay en los sacerdotes y la manera en que viven sus vidas que los hace destacar? ¿Y por qué hay sacerdotes en la Iglesia Católica en primer lugar?
Resulta ser que todos como que debíamos ser sacerdotes. Adán y Eva fueron puestos en el jardín del Edén por Dios para servir y proteger el jardín. Fueron creados como defensores de la creación de Dios y llamados a presentar ofrendas a Dios con alegría. Estas son funciones sacerdotales. Pero por el pecado, hemos dañado y perdido esta capacidad sacerdotal.
En el Antiguo Testamento, todo el pueblo de Dios es llamado a ser un pueblo sacerdotal. De esta forma Dios comenzaba a restaurar la vocación original de nuestros padres Adán y Eva.
La palabra “sacerdote” proviene del latín “presbyter”, que a su vez deriva del griego, y significa “anciano”. En hebreo, la palabra para sacerdote es “kohen”, que significa estar “parado, listo, establecido”, es decir, alguien que se encuentra “parado y listo delante de Dios”.
Bajo la Antigua Alianza, existía una estructura triple de sacerdotes. Todo el pueblo de Israel era un pueblo sacerdotal. Cuando ofrecían sacrificios y vivían según la Ley, hacían famoso el nombre de Dios ante el resto del mundo. Pero también existía un sacerdocio específico ministerial. Eran los Levitas, que eran un pueblo apartado para ofrecer la alabanza y los sacrificios de todo el pueblo de Israel. Y luego estaba el sumo sacerdote, Aarón y sus sucesores.
Pero hay una diferencia entre el sacerdocio de la Antigua Alianza antes de Jesús, y la Nueva Alianza que Jesús reveló.
Los Católicos creen que todos los que han entrado a la Iglesia por el bautismo y los sacramentos de iniciación, han sido bautizados en Cristo como “sacerdotes, profetas y reyes”. Todos los Cristianos bautizados participan del sacerdocio de Jesús, que es universal. Y hoy sigue existiendo el sacerdocio ministerial – en hombres que conocemos como sacerdotes. Estos hombres ordenados comparten el sacerdocio y ministerio de Jesús. Celebran la Misa y los sacramentos, y es porque Jesús es el sumo sacerdote.
Jesús instituyó el sacerdocio ministerial, o el sacerdocio ordenado, para servir al sacerdocio universal: los sacerdotes ordenados (o sea obispos, sacerdotes y diáconos) cultivan el sacerdocio de los bautizados mediante los sacramentos, enseñando y predicando. Luego, los bautizados son enviados para transformar el mundo con sus vidas de santidad y dando testimonio al Evangelio de Jesús en sus hogares y trabajos.
Hoy, los sacerdotes son apartados para continuar con el ministerio de Jesús, y son una presencia importante en nuestras vidas. Predican la Palabra de Dios, celebran en santo sacrificio de la Misa, ofrecen los sacramentos, y sirven ‘en la persona de Cristo’.
El Padre Stanley Rother fue un sacerdote católico romano de Oklahoma. En los años 60’s, se ofreció para ir a Guatemala como sacerdote misionero. En ese entonces, la Iglesia Católica en Guatemala estaba atrapada en medio de una guerra civil entre el gobierno militar y las guerrillas revolucionarias, porque la Iglesia insistía en servir y educar a los pobres. Algunos de los catequistas y parroquianos del Padre Rother desaparecían y después se encontraban muertos con señales de tortura. Durante este tiempo, miles de Católicos fueron asesinados y un día el nombre del Padre Rother apareció en la lista negra.
El Padre Rother conocía el peligro de quedarse en Guatemala para continuar su trabajo como sacerdote misionero. En una carta, escribió: “Esta es una de las razones que tengo para quedarme a pesar del peligro físico: El pastor no puede huir ante la primera señal de peligro”. En julio de 1981 fue martirizado en su rectoría en Guatemala.
Nuestra vocación original fue dada a Adán y Eva, y las raíces sacerdotales del Antiguo Testamento son llevadas a su plenitud en el Nuevo Testamento. Todos formamos parte de este sacerdocio universal, pero por medio de la Iglesia, Jesús estableció el sacerdocio ministerial con un llamado y vocación especiales. Por el sacramento de las Órdenes Sagradas, Jesús continúa su ministerio, hasta que regrese.