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Narrador: Uno de los géneros del arte, literatura y cine que más ha cautivado nuestra atención por miles de años es la tragedia. Es el tipo de película o libro que realmente no tiene un final feliz. ¿Por qué estaremos tan atraídos a este género? ¿y por qué ha sobrevivido tanto tiempo?
El género de la tragedia tiene sus raíces en el antiguo teatro Griego. La mejor forma de definir una tragedia es una historia donde el personaje principal tiene algo que perder, y una debilidad letal predice su inevitable caída y pérdida. Pero la verdadera clave de este género es que nosotros, como audiencia, podemos anticipar esta caída todo el tiempo. Nos da un sentido de suspenso que nos mantiene envueltos en la historia.
Hitchcock explicó el suspenso perfectamente. Decía que si una bomba explota, la audiencia se sorprende por unos segundos, pero si a la audiencia se le dice 10 minutos antes, que una bomba va a explotar, entonces la audiencia experimentará 10 minutos de tensión. Eso es suspenso.
Por ejemplo, en la obra Romeo y Julieta, Shakespeare nos dice al principio: dos enamorados se quitarán sus propias vidas. Este momento inevitable es llevado por toda la obra mientras los dos se enamoran. Otros ejemplos de tragedias famosas que pudieras conocer son la Ilíada, el Gran Gatsby, el Padrino, los Juegos del Hambre, y De Ratones y Hombres.
Hay una emoción positiva que viene de experimentar el miedo de una tragedia. La emoción positiva que Aristóteles llamaba catarsis. Experimentamos una creciente emoción negativa cuando nos enfrentamos a la ausencia de un personaje y la anticipación de su inminente caída. El cumplimiento de esta caída sorprendentemente trae la emoción positiva de la catarsis, o una descarga de esas emociones negativas acumuladas.
A menudo la literatura y el arte son un escape placentero de enfrentar la vida real. Pero la tragedia nos obliga a confrontar la dureza de la condición humana, y asimilar las consecuencias negativas de nuestras acciones o nuestra situación. La gran literatura logra capturar esa gran esperanza que todos tenemos de que la vida no es absurda y vacía, sino que tiene un significado más profundo. Cuando nos enfrentamos con una historia trágica, vivimos suspenso y miedo porque está en conflicto con la esperanza que todos tenemos de que la historia tenga un final feliz.
Porque, en realidad, todos esperamos un final feliz en nuestras vidas. En cierto modo, podemos identificarnos con el personaje trágico. Todos tenemos debilidades, y todos sabemos que hay una inevitable caída que todos vivimos – la muerte. Ver una tragedia nos confronta con la realidad de la vida y nuestra inexplicable esperanza de ver un final feliz en la historia.
Tal vez esta esperanza es por lo que los funerales atrapan la atención de millones de personas. Especialmente funerales de personas famosas y queridas que han impactado en el mundo. Esta persona que admiramos, y que logró cosas increíbles en el mundo, también se enfrentó con este destino inevitable que todos compartimos: la muerte.
Martin Luther King, Jr. murió en Atlanta en 1968, y después de su asesinato se le rehusó un funeral de estado por el gobernador de Georgia Lestor Maddox. Aún así, miles de personas se reunieron para estar en su funeral o verlo transmitido. La Reina Isabel II murió en el 2022, y hay estimaciones de que aproximadamente 4 mil millones de personas en todo el mundo vieron el funeral.
Entonces, la pregunta que deberíamos hacernos, que pudiera explicar por qué nos llaman las tragedias es: ¿creemos que la vida es una tragedia?
¿Podría la vida de Jesucristo ser considerada una tragedia? Para salvar la existencia humana, Dios entra completamente en el pecado del mundo, tomando nuestra debilidad letal, y experimentando Él mismo una caída: la muerte como consecuencia del pecado.
Pero Cristo no desaparece la tragedia y la reemplaza con un final feliz, sino que la lleva al corazón de Dios. El teólogo Hans Urs von Balthasar escribió que Cristo da cumplimiento a la contradicción de la existencia…no disolviendo la contradicción, pero llevando la afirmación de la condición humana como es, ante una oscuridad profunda…’en el fin’, como amor…”
Al hacerlo, Jesús redimió la tragedia de la vida.
La tragedia es parte de la realidad ordinaria y del orden presente fallo y roto. Para Balthasar, Cristo es el verdadero héroe trágico que excedió toda experiencia y literatura trágica. No podemos ignorar el género trágico, porque nos forza a confrontarnos y sentir la esperanza que tenemos de superar la inevitable caída.
Un verdadero funeral Cristiano, en muchas maneras, es la culminación de una tragedia Griega. No podemos ignorar el hecho de que la muerte siempre es una tragedia. El personaje tuvo una debilidad letal que todos vimos venir: su propia mortalidad. Pero un funeral Cristiano es un signo de esperanza, de que Jesús ha tomado la tragedia de nuestras vidas y sufrido sus consecuencias por nosotros. Ahora nos detenemos en la esperanza de que la vida tiene significado, vale la pena vivirla, y que esperamos nuestro final redimido en Jesucristo.